27 de noviembre de 2010

Juche y Educación

El marxismo del siglo XX ha interpretado de muy diferentes formas la construcción del socialismo. Todas las teorías coinciden en una cosa: la sociedad comunista será una sociedad igualitaria. Pero a partir de ahí, cada partido puso énfasis en un aspecto diferente.

Algunas teorías incidieron más en el elemento material como aspecto clave para la construcción del socialismo. Es el caso, por ejemplo, de la Unión Soviética. Para los soviéticos, sólo se podría distribuir de forma igualitaria una vez existiera la abundancia generalizada. Es decir, el aspecto esencial es desarrollar al máximo las fuerzas productivas para acelerar la llegada de una sociedad de la abundancia generalizada, a partir de la cual se podrían comenzar a reducir las diferencias sociales progresivamente.

Sin embargo, para desarrollar al máximo las fuerzas productivas, en la versión soviética del socialismo, había que incentivar a los trabajadores a través, sobre todo, de incentivos materiales (primas a la producción) y de la creación de diferentes escalas salariales en función de la capacitación del trabajador. Es decir, los cuadros (ingenieros, directores de empresa, administradores,...) tienen un escala salariar superior a la de los trabajadores menos capacitados. De esta manera, se fomentaba la formación y la productividad, pero apelando al interés material del trabajador.

Los soviéticos ponían el acento sobre la distribución (diferenciación de salarios, quién más produce y más formado está, más cobra), a pesar del peligro de crear diferencias sociales significativas.

Otras teorías consideraron que el aspecto fundamental del socialismo no es una mayor abundancia sino unas relaciones de producción de nuevo tipo. Por eso, en el trabajo diario no sólo deben producirse bienes materiales, sino que también deben reproducirse relaciones de producción socialistas. En esto hicieron hincapié, sobre todo, las teorías maoístas y guevaristas.

Tanto en China como en aquellas empresas cubanas que siguieron el modelo del Che, se pusieron en práctica experiencias en las que las formas de cooperación en el trabajo, el sistema de primas a la producción y la política de cuadros, no ahondaron las diferencias sociales, sino que las redujeron.

Por ejemplo, en la China maoísta, los ingenieros y directores de empresas debían trabajar un número de horas mensuales en labores manuales junto al resto de trabajadores. De esta manera, se evitaba reproducir la separación psicológica entre dirigentes y dirigidos. En Cuba, los salarios eran fijos y todos los incentivos a una mayor productivad eran llamamientos político-morales o bien incentivos materiales que sólo se entregaban si era a todo el grupo y si el trabajo se había hecho de forma cooperativa. No se entregaban primas individuales.

En esta versión del socialismo, se intenta desarrollar al máximo las relaciones de producción socialistas y el impacto que éstas tienen sobre la conciencia. Sin embargo, el desarrollo de las fuerzas productivas en todos los países que adoptaron este modelo es menor que en aquellos donde se implantó un modelo de tipo “soviético”.

Corea no se mantuvo al margen de este debate. La idea Juche considera que para construir el socialismo se deben transformar la naturaleza (fuerzas productivas) y la sociedad (relaciones de producción), pero también al hombre. De estos tres aspectos, el fundamental es el último, ya que es el hombre quien cumple las otras dos funciones: transformar la naturaleza y transformar la sociedad.

La educación socialista, por tanto, tiene como principal función transformar al hombre. No sólo en la educación, en Corea siempre se antepone esta labor en todos los ámbitos de la vida. Pongo un ejemplo. En Corea, cada día de la semana un grupo de vecinos tiene asignada una serie de tareas comunitarias (jardinería, limpieza de calles, limpieza de señales de tráfico,...). Como todas las semanas, todo norcoreano tiene tareas comunitarias, esto genera un fuerte impacto sobre su conciencia ideológica. Es mucho más fácil que una persona que limpia la calle cada semana adquiera una conciencia cívica de no ensuciar, que si simplemente se lo hubieran enseñado en el colegio. Todo en Corea del Norte está pensado para transformar la conciencia ideológica del ser humano.

Esto es así porque si el elemento fundamental de la construcción del socialismo es el ser humano, hay que desarrollarlo al máximo. Especialmente, hay que tener en cuenta, que las personas no tienen de forma innata ninguna ideología y que el la formación ideológica es un proceso gradual y constante. Por tanto, en ningún momento se puede dejar de lado.

Respecto a la Educación, en definitiva, es necesario entender que en Corea no es simplemente un proceso de adquisición de conocimientos o de autosuperación, sino fundamentalmente la transformación ideológica, técnica y cultural del hombre.

Tres son los atributos fundamentales que han de desarrollarse: el sentido de independencia, la conciencia y la capacidad creativa. Es necesario comprender que en Corea se entiende siempre al ser humano como un ser social, que sólo puede ser viable y tener éxito actuando en sociedad. Por tanto, por independencia no se entiende individualismo, sino que el ser humano como sociedad no vive subordinado ciegamente a la naturaleza o a la anarquía social, sino que de forma creativa (segundo de los atributos) planifica y reconstruye el mundo social y natural para ponerlo de acuerdo a sus intereses. Esto sólo se puede hacer a través del tercer atributo, la conciencia, que en lo referido al mundo y la sociedad es el conocimiento científico de los mismos y en cuanto a la conciencia ideológica se refiere al conocimiento de su posición como reconstructor del mundo.

Esta es la manera de los norcoreanos de entender la construcción del socialismo.

En la Educación esto tiene dos aplicaciones. Por un lado, en cuanto a método, los alumnos deben ser capaces de desarrollar un sentido crítico e independiente. Esto se desarrolla más en un punto específico referido al método.

En cuanto a contenidos, desde un punto de vista Juche, es necesario formar revolucionarios que conozcan a la perfección el propio país y los requerimentos de la Revolución. Sólo así un coreano es capaz de saber cómo transformar la naturaleza y la sociedad de su propio país. Esto no excluye, desde luego, enseñar conocimientos referidos a otros países o procedentes de los mismos. Pero sí que exige que estos conocimientos se analicen de forma crítica, planteándose la siguiente pregunta: “¿Cómo es aplicable esto a la transformación de la naturaleza y la sociedad en Corea, en función de los requerimentos de nuestra Revolución”?

Por eso, los coreanos aprenden, fundamentalmente, aquello que es útil para construir el socialismo y el comunismo en Corea. Se pone énfasis en el pasado y presente de Corea, en su naturaleza, geografía, economía y cultura, en la política del Partido del Trabajo y en sus tradiciones revolucionarias.
 
Juan Nogueira López
Secretario de Comunicaciones de la KFA
Secretario General de CJC

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